Pasada la media noche aterrizábamos en la capital de este
inmenso país, Beijing. Ya en el aeropuerto, y mientras hacíamos los papeles de
migraciones, nos encontramos con otros amigos, con los cuales haríamos la
ciudad y otros destinos más juntos. Ya eramos más de 20…
La llegada al hostel fue sobre las 3 de la mañana, luego de
regatear en el aeropuerto el precio de las van, que nos llevarían.
Al otro día a la mañana, nos dirigimos a la estación de
trenes de la ciudad para ya asegurarnos el tren que nos llevaría hasta Shanghai
unos días más tarde.
Por primera vez en lo que va del viaje todo nos costaba el
doble de tiempo, la ciudad era enorme y la comunicación muy pobre… no nos
entendían nada y nosotros nada a ellos. Es difícil encontrar gente que hable en
inglés y aquellos que lo hacen, se les entiende muy poco.
Para nuestra suerte tienen un muy buen sistema de Subte, con
indicaciones bastante claras y además muy barato, que nos facilitó la movilidad
en la ciudad. Caminar en la ciudad por
momentos se hace imposible, por la cantidad de gente en las calle y por las
mismas calles!!
No hay nadie que respete una señal de tránsito, autos motos
y bicicletas se cruzan constantemente y no parece importarles el color del
semáforo. Simplemente siguen su marcha… no paran.
Luego de asegurarnos los pasajes, recorrimos un poco la
ciudad a pie. La idea era comer algo e ir a conocer el mercado de las sedas.
Ya aproximándonos al mercado varios vendedores callejeros se
nos abalanzaron ofreciendo sus productos… nada allí tiene un precio fijo. En
las afueras y en el mercado todo se regatea.
Cuando uno pregunta por el precio de algo le dicen que sale
tanto, pero que a vos te lo dejan más barato. Entonces te dan un precio muy
superior al valor real, es ahí donde se hace la contra oferta y luego de varios
minutos y cruces de ofertas termina uno comprando, que mejor forma de
discriminar precios según los consumidores!!
Quizás las primeras
veces resulta divertido, pero ya la últimas compras resultan un poco tediosas.
Incluso llegan a pegarte algún manotazo si el precio que les ofreces es
demasiado bajo, gritarte “tacaño” o insultarte. El mercado parece ser de los
pocos lugares donde se habla inglés y algo de español.
El mercado es enorme y nos llevó toda la tarde y nos
consumió casi todo el viático… es imposible no dejarse llevar ante algunas
ofertas.
Al otro día decidimos ir a recorrer el palacio de verano.
Otra vez la misma historia de tratar de llegar, en una ciudad enorme y con
importantes limitaciones a la hora de la comunicación.
Contratamos un guía local a la entrada. Era un joven que se
ganaba la vida haciendo eso. Era muy simpático y luego de regatearle el precio
empezamos el tour. A pesar de que hablaba bastante inglés por momentos no se le
entendía nada.
La recorrida fue espectacular, y nos contó varias historias
muy interesantes acerca de la vida de los emperadores en la antigua China.
Incluso pude ponerme en las ropas de un emperador por un momento.
Comimos algo y nos fuimos hasta la ciudad prohibida.
Llegamos demasiado tarde y sólo nos dio para recorrer la plaza y no pudimos
adentrarnos en la ciudad. Nos quedamos en la plaza, y nos fuimos a la villa
olímpica para recorrerla en la noche. La verdad es que es muy pintoresca y es
increíble lo que armaron para esas olimpíadas.
Al otro día, bien temprano en la mañana contratamos una
camioneta que nos llevara hasta la gran muralla China. El poco tiempo que
estuve despierto dentro de la camioneta lo sufrí. No podía creer lo mal que
manejan…un par de veces creí que chocábamos. Un desastre!!
La muralla es increíble… realmente uno pierde la vista en su
construcción y le cuesta creer lo que pudieron construir hace unos cuantos
años. Le cuesta creer a uno que está allí… en la única construcción en la
Tierra que puede ser vista desde el espacio…
Como era tan temprano en la mañana, prácticamente que era
para nosotros solos. Sin embargo, entre los pocos turistas que había a esa hora
nos encontramos con un grupo de uruguayos!!
Increíble!
Caminamos por algo más de 3 horas allí, a medida que la
mañana avanzaba, el calor se hacía sentir y los escalones costaban el
doble. La bajada la hicimos a través de
unos inmensos toboganes lo que la hace más divertida.
Sobre el mediodía emprendimos el regreso a la ciudad, nos
quedaba pendiente la recorrida a la
ciudad prohibida. Llegamos y contratamos las auto guías para hacer el
recorrida. Básicamente son unos aparatos, tipo walkman, con un mapa del lugar y
a medida que uno va caminando le van diciendo que es lo que ve y le cuenta
alguna historia en el idioma que uno quiera.
Sobre el final de la tarde regresamos al hostel para armar
la valijas y dirigirnos a la estación de trenes, para tomar aquel que nos
llevaría hasta Shanghai.
Salimos unas 2 horas antes del hostel, a pesar de que no
quedaba muy lejos, sin embargo casi lo perdemos…
Encontrar taxis y que nos entendieran a dónde queríamos ir
fue toda una odisea!! Luego los atascamientos del tráfico, por último largas
colas a la entrada de la estación… Cuando llegamos, nos dimos cuenta que uno de
los taxi, nunca había llegado. El taxista nunca entendió a donde tenía que ir…
por suerte cuando se dieron cuenta de que no los estaba llevando al lugar
correcto, haciéndole un dibujo, lograron llegar.
Con los minutos contados subimos al tren… el tren demora unas
12 horas, con lo cual compramos unos camarotes con camas para poder descansar.
A pesar de ser algo pequeños pudimos descansar bastante.
Me voy de Beijing, con la pena de no quedarme más días… algo
que se ha repetido en varios destinos de este viaje.
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